viernes, 5 de mayo de 2017

LA CRÍTICA. Déjame salir

Esa América progre
A veces es contraproducente vender un determinado producto como lo que no es. Sí, conseguirás atraer a las masas a los cines, pero corres el riesgo de que buena parte de la audiencia abandone la sala sintiéndose cuanto menos engañada porque no han visto cubiertas sus expectativas.

“Déjame salir” es uno de esos filmes que se ha sabido vender bien. No debería sorprendernos, pues el dinero lo pone un tal Jason Blum, todo un hacha en esto de saber cómo atraer al público a las salas invirtiendo más bien poco por el camino. Esto ha dado sin duda sus frutos en la cartelera USA, donde ha sido todo un bombazo en taquilla. Pero a la vez, no es que la campaña de promoción de esta película haya sido del todo acertada a la hora de mostrar en sus numerosos avances lo que en realidad nos depara la ópera prima del otrora comediante Jordan Peele, porque lo que nos regala no es terror al uso.

Que nadie se lleve a engaño ante esto. Esto sigue siendo cine de terror. Por su contenido, porque consigue meter la desconfianza y el miedo en el cuerpo, porque Peele sabe muy bien cómo enrarecer la atmósfera de su obra a través de la música y los actos de sus personajes –fantástico reparto, sin excepción-, por la historia en sí misma, todo un ensayo sobre la paranoia en esa América tan progre en su superficie pero podridamente racista en su interior. Pero no es cine de terror al uso. Es cine de terror inteligente y psicológico, una de las cintas más lúcidas y malévolas de lo que llevamos de siglo.


Una paranoia de nueva era no exenta de un soterrado y cabrón –con perdón, pero no se me ocurría otra palabra mejor para definirlo- sentido del humor, que a un servidor le ha hecho pensar en la formidable “Society” de Brian Yuzna. El director juega con el espectador continuamente, le ofrece un enorme McGuffin tras otro sin que se dé cuenta de lo que realmente está pasando, y cuando por fin se percate de dónde está el meollo de la cuestión será cuando esa manera tan mezquina y ruin de pensar que todos atesoramos en nuestro interior brote como la espuma.


Subversiva, valiente, repleta de mucha mala baba, hilarante hasta cierto punto, manipuladora hasta otro cierto punto tan arriesgado como bienvenido… Lo más loable de esta “Déjame salir” es que logra que el espectador entre en su juego y se revele como lo que realmente es. Como lo que realmente es esa América guay surgida de la era post Obama, ésa que cacarea a los cuatro vientos con orgullo su tolerancia ante la racista política Trump. Toda una nación cuyos ideales son extrapolables a los de todo el universo conocido. En el fondo, aunque no lo reconozcamos, todos somos un pelín racistas.

A favor: lo bien que sabe jugar con el espectador
En contra: haberla vendido casi como lo que no es

Calificación ****
No se la pierda

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