viernes, 29 de diciembre de 2017

LA CRÍTICA. Perfectos desconocidos

La ignorancia da la felicidad
Es cuanto menos anecdótico que, dentro de la filmografía tan rica, personal y extensa de uno de nuestros mejores cineastas, aquel que a mediados de los noventa estaba llamado a revolucionar el cine español –y de hecho, lo hizo-, sea “Perfectos desconocidos” la que ha cosechado los mejores datos de recaudación en taquilla. No la más icónica, que para eso sigue estando aquel atemporal día de la bestia, pero sí la más exitosa.

Y es anecdótico porque no es que estemos ante el film más personal de Álex de la Iglesia. De hecho, huele a encargo en cada aspecto de su producción. Sí, sigue manteniendo esa tendencia del cineasta a encerrar a un grupo de personajes en un entorno reducido para dejar que se despellejen entre sí, para componer algún ácido retrato social, político o cultural –aquí, los peligrosos secretos que escondemos tras la pantalla de un Smartphone-, todo en tono de comedia negra. Pero más allá de eso poco hay del director de “La comunidad” o las recientes y reivindicables “Mi gran noche” o “El bar”.


Pero si algo demuestra esta “Perfectos desconocidos” es que de la Iglesia es un director de raza, con tablas y recorrido, capaz de amoldarse a todo tipo de propuestas, aunque por el camino pierda autoría. Y además, de lo más inteligente. El bilbaíno sabe dónde residen las bazas de este remake de la cinta homónima italiana, y deja que sean ellas las que hablen por sí solas. Sabe que solamente necesita apoyarse en el guión y los actores –excepcionales todos, y a destacar Pepón Nieto, Ernesto Alterio, Juana Acosta y Eduard Fernández-, y el resto es ofrecer una dirección lo más ágil posible para que la propuesta fluya con comodidad. Lo suyo, para hacernos una idea, es un ejercicio de adaptación al material que tiene entre manos comparable al de Danny Boyle en “Jobs”, el de un realizador al servicio de la historia que cuenta, y no al revés. Posiblemente, el motivo de su existencia sea el de obtener confianza y medios para futuros proyectos más personales. Y si así es, bienvenida sea.


Así, no es que estemos ante una obra que vaya a encabezar el ranking personal de su responsable, pero sí que estamos ante un pasatiempo de lo más agudo e inteligente, una comedia negra de lo más puntillosa que nos expone ante nuestros propios ojos como lo que realmente somos, como esa especie traicionera, mezquina y mentirosa, capaz de lo que sea por ocultar la asquerosa verdad ante nuestros semejantes. Aquí, en forma de peligroso juego de la verdad. Al final es mejor vivir en la ignorancia. La ignorancia da la felicidad.

A favor: el reparto, el guión, y de la Iglesia amoldándose al material que tiene entre manos
En contra: su falta de personalidad

Calificación ***
Merece la pena

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